Su habitación
arde al igual que la calle por donde pasa, pero sabe que en el fondo todos
callan, porque sus lágrimas no las pudieron ver
ni tú ni nadie.
Es como cuando vuelve a amanecer y el hielo te
atrapa.
Escribe mientras sangra, porque su límite es el margen de tus sueños, no le sobra ni el aliento. Su corazón vacío y las manos que le rodean,
llenas, puede notar que sus heridas suenan, y
queman. Solo el tiempo le sana, y no le faltan ganas, la última luz se apaga y se enciende la noche en vela, y
quema.
Sus ojos, algo más que una estrategia, duele que sus recuerdos pesen más que tu conciencia, ¿dónde dejó sus sueños? porque al igual que su corazón todo lo ocupa el dolor.
Vive los silencios más que su tiempo, otra derrota, se levanta y lo anota, habrá mil como ella pero no son la demás. Ya es tarde.
No es que se sienta sola, simplemente se ha perdido.